El 26 de marzo de este año, se cumplió el 54 aniversario de la publicación de la Encíclica Populorum Progressio, del Papa Pablo VI.
Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en 2007.
La encíclica apareció en un momento crucial pues todavía tenían fuerte vigencia en el ámbito del pensamiento económico las teorías desarrollistas. Estas habían comenzado a imponerse tras la Segunda Guerra Mundial, sobre todo para interpretar y promover la reconstrucción de Europa después de la segunda guerra mundial.
Ya por entonces, cuando Pablo VI publica su encíclica, las teorías desarrollistas que inspiraban políticas respecto de los países desarrollados, podían reconocer también que los resultados efectivos de esas políticas no aparecían. Ya se podía constatar un fracaso de las políticas desarrollistas en los países que con eufemismo característico de la época eran designados como “en vías de desarrollo”.
Muchas veces esas políticas que intentaban sacar a ciertos países de una postración ancestral, se convirtieron en contraproducentes y los hundieron en un subdesarrollo peor, sobre todo teniendo en cuenta la evolución de las cosas alrededor de estos mismos países”.
Pablo VI en su encíclica, viene a actualizar una línea pensamiento característica de la Doctrina Social de la Iglesia. Hay elementos importantes ya establecidos por Pío XI en la Quadragessimo Anno, por Juan XXIII en la Mater et Magistra, pero sobre todo quiero destacar un pensamiento del Papa Pío XII que dijo que la riqueza económica de un país no consiste en el mero crecimiento ni en la acumulación de los bienes materiales sino en su justa distribución.
Es decir que en el concepto de riqueza económica se incluye el concepto de distribución justa, esto es muy importante. Pablo VI retomando esta línea de pensamiento, habla de un desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres.
De todo el hombre, quiere decir que el desarrollo no puede medirse sólo por el crecimiento económico, sino que tiene que tomar en cuenta valores superiores, valores sociales, culturales, educativos, incluso los valores superiores del espíritu, los valores religiosos y del orden de la fe.
Y de todos los hombres, quiere decir que el desarrollo supone también la necesidad de hacer crecer a las comunidades en cuanto tales y por tanto también aspirar a un desarrollo integral de toda la humanidad. Esto supone por supuesto llevar adelante políticas abiertas al diálogo y una cooperación entre los distintos países que trate de superar los inconvenientes del colonialismo por ejemplo o lo que se sigue muchas veces de la ayuda unilateral, lo que supone una subordinación de unos pueblos a otros.
El Papa Pablo VI habla de desarrollo en este sentido: pasar de condiciones menos humanas de vida, la miseria, la pobreza extrema, la falta de educación, de cultura, la opresión por la injusticia vigente de un modo prolongado en una sociedad, a situaciones más humanas, que los hombres y las familias puedan gozar de los bienes necesarios para una vida digna, tener acceso equitativo a los bienes de la cultura, recibir una adecuada educación y gozar de los valores superiores del espíritu, sobre todo de la libertad y en el orden religioso la posibilidad de acceder a la verdad y a la fe.
Esta enseñanza de Pablo VI tiene un valor universal y tiene plena vigencia hoy día. Podríamos incluso a la luz del pensamiento de la Populorum Progressio juzgar las situaciones concretas, los vaivenes de la economía, las distintas propuestas electorales. Reconocer que no importa solamente el crecimiento macro, como se dice habitualmente en términos periodísticos, sino que es importante como va progresando efectivamente, como va creciendo la humanidad de una población, el pasar a una calidad de vida mejor y es esta una de las finalidades fundamentales de la economía según la doctrina social de la Iglesia, de una economía verdaderamente humana.
Vale la pena recordar estos aniversarios y vale la pena volver a actualizar esta doctrina porque puede iluminar ciertamente problemas muy graves del mundo de hoy.
Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata
en el programa “Claves para un mundo mejor”
(4 de agosto de 2007)
Concepción del Uruguay,Entre Ríos, Argentina
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