Un caballero distinguido visito al Padre Juan María Vianney, el conocido Cura de Ars, y le dijo
No he venido para hacer confesión, sino para hablar.
No soy bueno para discutir, dijo el cura, para consolar.
(Fulton J. Sheen en Eleva tu corazón)
Muchos hoy desconocen la materna comprensión de la Iglesia y el consuelo a todo penitente que se atreve a confesar sus pecados.
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