Las sociedades democráticas ya no alimentan el fuego del deber, se sustentan en una ética débil, mínima, casi sin obligaciones ni sanciones.
Es un proceso de desorganización ética el que estamos viviendo, totalmente irresponsable y que no calcula las consecuencias de sus actos.
Esta misma situación hace más fuerte el reclamo de una mayor ética.
Monseñor Jorge Casaretto en Ética y comunicación
Foto de archivo
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