Cuando uno abre los ojos a la mañana, apoya un pie en el suelo, y después el otro, para no caerse y descubre que esta vivo, que un día nuevo comienza puede tener dos actitudes.
Una, levantar los ojos al cielo, dar gracias a Dios y poner el día en manos del Señor, con todo lo que durante la jornada nos suceda.
La otra, sentirse ganador, salir a la calle a seguir ganando, no importa muchas veces a costa de que o de quienes.
Si las cosas andan bien, posiblemente unos y otros pasen el día sin ver diferencia alguna.
Ahora
Si a poco de andar se presenta el primer obstáculo comenzara a ver la diferencia entre una y otra.
Si lo que nos domina es la impotencia, la violencia, y el malestar o si, en cambio permanecemos serenos, confiados en Aquel al que le entregamos los sucesos cotidianos.
De nosotros depende que actitud elegir
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