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El trabajo es un deber del hombre en relación a su Creador, que le ha ordenado dominar la tierra; en relación a si mismo, porque se lo exige el mantenimiento y desarrollo de su propia humanidad, y por respeto al prójimo, que es su familia, la Nación y la familia humana.
El Papa ubica los derechos del trabajador en el elenco de los derechos fundamentales de la persona.
Para determinar bien a los que deben respetar esos derechos, Laborem Excercens hace un a distinción entre lo que llama el empresario directo y el empresario indirecto.
El primero es aquella persona o institución con quien el trabajador estipula directamente el trabajo.
Empresario indirecto, en cambio, son todos los otros factores (instituciones, legislación, contratos, colectivos)
En relación al trabajo, Juan Pablo II grava la política con una tarea moral a realizar sobre el sistema económico nacional e internacional para que este al servicio del hombre.
El tema del salario alcanza en Laborem Excercens una relevancia particular. El Papa habla del salario tal como se da en el contexto actual, e independientemente de que este trabajo se lleve a efecto dentro del sistema de la propiedad privada de los medios de producción o en un sistema en que esta propiedad haya sufrido una especie de socialización. (Laboren Excercens 10)
El salario es el problema clave de la ética social.
El fin de los sindicatos para Juan Pablo II es la defensa de los intereses existenciales de los trabajadores en todos los sectores, en que están en juego sus derechos. (Laborem Excercens 20)
Laborem Excercens no acepta que el Sindicato haga política partidista, ni ve conveniente una relación estrecha entre el sindicato y el partido político.
En relación con la huelga se recuerda que es un método reconocido por la doctrina social de la Iglesia como legitimo, en las debidas condiciones y en los justos límites, pero no se debe abusar de este método contra el bien común.
El trabajador debe participar en una espiritualidad del trabajo apoyada en tres pilares. Primero todo trabajo tiene el sentido de participar en la obra creadora de Dios, segundo, Cristo es el modelo del hombre del trabajo, y tercero, al asumir la fatiga, el trabajador lleva también la Cruz y colabora en la Redencion de la humanidad. (Laboren Excercens 25,26 y 27)
Concepción del Uruguay,Entre Ríos, Argentina
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