Editorial de Caminatas y Conversas de hoy
Todo lo dicho nos confirma que la doctrina actual de la Iglesia no prohíbe la cremación del cadáver del difunto bautizado, manteniendo algunas restricciones:
Se autoriza la cremación siempre que no haya sido elegida para negar algún aspecto de fe católica, por ejemplo, la resurrección.
No debe causar el escándalo de los fieles.
No debe realizarse por indiferentismo religioso (Ver CIC, 1176.3; 1184. 2; Praenotanda 15, Ritual de exequias).
Respetando esos aspectos, los fieles pueden elegir -según la libertad que les da la Iglesia- la cremación de su propio cuerpo, sin que esta opción impida la celebración cristiana de las exequias.
Estabilidad de las cenizas.
La dispersión de las cenizas no tiene ningún sentido cristiano. Tampoco es deseable que la urna permanezca en el domicilio
Creo en Jesucristo... muerto y sepultado
Esta es una verdad de nuestra fe. La confesamos en el Símbolo de los
Apóstoles. Creemos que el Señor Jesús, después de morir en la cruz, fue
depositado en un sepulcro, y permaneció allí hasta el momento de su
resurrección. Esta era la práctica judía de la época.
Seguramente, el hecho de haber sepultado a Jesús marcó con fuerza el
criterio de los Apóstoles como así también el de los primeros
cristianos, ya que su deseo era seguir los mismos pasos del Maestro. A
la costumbre judía de la inhumación de los cadáveres se unió el hecho
real de que Jesús fue sepultado. Esta realidad se convirtió en un
imperativo y en un signo de identidad para los cristianos frente a otros
cultos paganos, especialmente en territorio helénico y romano.
La inhumación y su proceso
"Inhumar" (del latín humus: tierra) significa "enterrar". El
enterramiento de los difuntos bautizados en Cristo constituyó la forma
prioritaria de inhumación para la tradición cristiana, ya que, como
acabamos de ver, estaba en consonancia con la costumbre judía e imitaba
el rito fúnebre aplicado al mismo Jesús. Además, la inhumación se
convirtió en una de las formas de diferenciación con respecto al
paganismo.
Más tarde, las normas y directivas de la Iglesia prohibirán la
incineración de los restos mortales de los bautizados, aunque no
faltaron excepciones, por ejemplo, en casos de peste e infecciones
públicas, en las que convenía deshacerse de los cadáveres como
prevención a contagios.
AICA de abril de 2014
Concepción del Uruguay,Entre Ríos, Argentina
El Derecero
Del español antiguo.
El Derecero:
Dícese del que anda derecho, que te lleva por buen camino
Corazón Derecero
Nadie es profeta en su tierra
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jueves, 27 de octubre de 2016
La incineración en el horizonte de la esperanza de la fe
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