Periodistas de C.del Uruguay |
¿NO HABRA MAS PENAS NI OLVIDOS’
El documento de Aparecida, dice, en referencia a los medios de comunicación:
En el nº 504 encontramos referencias magisteriales acerca del lugar que los medios deberían ocupar en la evangelización. Y es el número siguiente el más significativo por encontrarnos en él con decisiones pastorales:
“A fin de formar discípulos y misioneros en este campo, nosotros, los obispos reunidos en la V Conferencia, nos comprometemos a acompañar a los comunicadores, procurando:
a) Conocer y valorar esta nueva cultura de la comunicación.
b) Promover la formación profesional en la cultura de la comunicación de todos los agentes y creyentes.
c) Apoyar y optimizar, por parte de la Iglesia, la creación de medios de comunicación social propios, tanto en los sectores televisivo y radial, como en los sitios de Internet y en los medios impresos.
d) Estar presente en los MCS: prensa, radio y TV, sitios de Internet, foros y tantos otros sistemas para introducir en ellos el misterio de Cristo.
e) Educar en la formación critica en el uso de los medios de comunicación desde la primera edad.
f) Animar las iniciativas existentes o por crear en este campo, con espíritu de comunión.
g) Formar comunicadores profesionales competentes y comprometidos con los valores humano-cristianos en la transformación evangélica de la sociedad.
h) Promover leyes para crear nueva cultura que protejan a los niños, jóvenes y más vulnerables para que la comunicación no conculque los valores y, en cambio, creen criterios válidos de discernimiento.
i) Desarrollar una política de comunicación capaz de ayudar tanto las pastorales de comunicación como los medios de comunicación de inspiración católicos a encontrar su lugar en la misión evangelizadora de la Iglesia.” (nº 505).
Señor:
Pon en la frente de todos los que escriben, una proa que enfile el buen puerto que eres, y asegura a su nave un paisaje completo de obreros y operarios, estudiantes y madres, profesores y chicas.
Que a su vez, en el trato y al margen del oficio sean semilla noble de ejemplo y de ternura.
Que también acaricien mirando a los semáforos o en el coche o en el metro.
Que su poso de ciencia tenga el espejo al fondo de tu sabiduría.
Que cuando las masas griten y suenen puñetazos en las cafeterías, él hable con un vaso en la palma y el agua esté serena como la faz de un lago.
Si un milagro hace falta sea en los teclados, se les vaya pintando la imagen de su hijo o la de los amigos.
Que si de pronto se hace en el mundo un silencio porque hacen falta normas, su corazón sea bravo para decir la palabra; que sea clara y rotunda y, sobre todo, justa.
Le negarás el sueño, como también la sal y el pan de cada día, si sólo él puede hablar y calla por cobarde.
Tendrá que poner “robo” o “compasión”, o “hambre”, y lo dirá sin tentarle la bolsa o el ascenso, el susto o la amenaza.
Que de sus labios broten consejos como fuente de pueblo, que mana día y noche.
Si alguna ración doble hay que dar de optimismo, de amor y de esperanza, escánciala sobre ellos. Mensajeros de fe y de alegría.
Que escriban de rodillas cuando un hogar naufraga.
Que no los tiente la prensa de colores –”negra”, “amarilla”, “rosa”-.
Un periodismo al sol, claro y limpio como tu luz dorada, sea tu guía.
Y, por último, tantas gracias ocultas de quejas aceptadas y rodillas que sangran, a ver si ellos, a ver si en ellos pueden que estén siempre en la brecha del sudor y el esfuerzo para que un hombre vaya por la acera o aprisa y se dé con tu rostro, que le sonríe entre líneas.
Oración por los periodistas
escrita por Lolo Garrido
Concepción del Uruguay,Entre Ríos, Argentina
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