El previlegio de estar vivo

Levantar los ideales
 De gurí aprendí que proteger al niño que venia, en la panza redonda de mama y cuidar el nido de la tacuarita, no era una cuestión ecológica, sino un deber de humanidad
 “Imagine” decía el melenudo de Liverpool, proponiendo un cambio social, y claro, uno podía imaginar la pena de un ingles, viviendo en la Inglaterra, cubierta de humo de carbón y chimeneas de fábricas. “Paz y amor” proclamaban los, hipys y uno entendía a esos jóvenes, victimas de una sociedad, obsesionada por el lucro de sus empresas                                                                          Por nuestros pagos, todavía autóctonos, los mochileros mostraban una poética protesta turística y las casas rodante un “status” de clase media, los graffiti “Perón vuelve” y “fuera gorilas” se podían leer en los paredones, pese al cartelito de “prohibido fijar carteles”.                                  En los 70, con explosivos en las manos los jóvenes  gritaban pidiendo un cambio, aunque no compartí sus métodos, a su manera tenían ideales. 
 Después de la caida del muro de Berlín, uno tiene la impresión que también se han caído los ideales de muchos (generalizar no es bueno) y ya no ponen en alto sus ideales, apenas levantan carteles de publicidad en los festivales. 
      Y yo sigo de pie Dando gracias a Dios, por el privilegio de estar vivo Y la alegría de este “oficio”, de ser feliz con que respiro; el gozo de poder probar, que se puede vivir 
Sin hacer caso de la publicidad 
 Y las pautas sociales. que no son de ahora, son las de antes, el mismo lenguaje en otro envase. Las frases dominantes, ayer las selecciones del riders, hoy la TV directa a su hogar, nos sirven la prosperidad y nos venden en cuotas el buen pasar “bienvenido a lo que queres” solo quedamos al margen, los líricos eternos, voluntarios exiliados, resistentes a todo lavado, negados a vivir de acuerdo a un catalogo. 
En la Colonia Perfección aprendí, que si el sol se oculta en el ocaso, vuelve a aparecer al día siguiente, Que el horizonte no es un edificio de cemento y el humo de una chimenea la nube, que tapa las estrellas. 
 He aquí un desafío para la Iglesia y su obra evangelizadora: “llenar los corazones de ideales elevados, buscando lo trascendente, anhelando levantar el vuelo (o al menos la cabeza). Muchos cristianos (generalizar no es bueno) saben que Jesús es el GRAN IDEALISTA y nos invita a seguirlo; Anunciar a Jesús es anunciar al IDEAL más alto al que puede aspirar un ser humano.










Concepción del Uruguay,Entre Ríos, Argentina