Hay que volver al pesebre a rescatar al "niño" que llevamos en el corazón y que nuestra "madurez"
tiene arrinconado, amordazado, sin permitirle jugar ni cantar.
Hay que volver al pesebre a descansar los agobios que pesan sobre los hombros y el corazón,
y abrir nuestras manos cerradas y tensas de tanto defendernos y juntar bronca.
Hay que volver al pesebre a tocar la debilidad de Dios y a comprometernos seriamente a cuidar de sus hijos
más frágiles, heridos, presos, ancianos...Y con ellos, reencontrar los valores y el gusto por lo sencillo.
Hay que volver al pesebre y dejar que Dios nos prometa cosas lindas que rompan nuestro escepticismo,
soñar de nuevo cosas grandes y volver a creer en la esperanza para que no muera el espíritu de la Navidad.
Hay que volver al pesebre como a la casa materna, donde la Madre nos entrega a su Hijo,
y el Hijo se hace para nosotros: paz, consuelo, amor; para reponernos y poder decir a todos
FELIZ NAVIDAD... JESUS ESTA CON NOSOTROS.
Querido Luis, "me regalaron" esto, y deseo compartirlo con vos. Regalártelo, ¡bah!... Un abrazo, de mariposa...
Concepción del Uruguay,Entre Ríos, Argentina
El Derecero
Del español antiguo.
El Derecero:
Dícese del que anda derecho, que te lleva por buen camino
Corazón Derecero
Nadie es profeta en su tierra
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