Existe una censura subliminal, ejercida desde la indiferencia y la desidia.
Una censura del olvido, cual maquiavélica intención, dejar “morir” al medio de comunicación.
Una censura disimulada con lindos discursos, abrazos y besos, propios de un “Gran Hermano”, que también decide quien se va de la casa.
Una censura que toca profundamente la justicia social, donde hermanos de la misma casa viven en la desigualdad vista, de suntuosa vida para algunos y pobreza extrema para otros.
Una censura que viene de la mano del favoritismo en el reparto de la información , que generalmente no llega o llega tarde, llegando incluso en algunos casos a pagar espacios en medios considerados “importantes”, ignorando al “Pequeño Hermano” de la comunicación.
Lo doloroso es que esta censura no viene de un gobierno o de un grupo de poder económico, sino que sucede dentro del ámbito de la propia institución a la que se pertenece y se brinda el servicio.
Esto pasa dentro de la Iglesia Católica, mostrando una curiosa forma de “cuidar” el apostolado de la comunicación.
Concepción del Uruguay,Entre Ríos, Argentina
El Derecero
Del español antiguo.
El Derecero:
Dícese del que anda derecho, que te lleva por buen camino
Corazón Derecero
Nadie es profeta en su tierra
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